En la semana que acaba de pasar sucedieron acontecimientos impactantes, inolvidables e incluso históricos. Por esa razón vale la pena recordarlos, dejando una huella en la memoria de la sociedad y de cada uno de los venezolanos que tenemos las esperanzas puestas en las próximas elecciones presidenciales de Octubre de 2012.

Sin embargo el gobernador mirandino se mantiene allí, montado en su autobús del progreso sin prestarle atención a lo que digan los de la Mesa de la Unidad. Su estrategia siempre ha sido clara, nunca ha salido de su boca el nombre del Presidente Chávez y se ha mantenido firme en su propuesta unitaria. Esa propuesta unitaria que, al parecer, solo espera conseguir al tener junto a él a sus simpatizantes y gente que cree en su discurso, mientras que los de la vieja escuela insistan en desvirtuar su sus palabras criticando eso que, en mi opinión, es lo más acertado: las caras jóvenes son necesarias para darle un vuelco al país.
Caras jóvenes más no nuevas, caras que generen confianza y empatía con la población. Propuestas concretas, que parezcan reales y no sacadas de la mala interpretación de un diccionario; como ha sido el caso del “Capitalismo Popular” planteado por otra pre candidata, que a pesar de no compaginar con lo que es la realidad venezolana está decidida a llegar hasta el final; un final que fue muy apresurado para otros que quisieron al menos sentir la silla presidencial pero no lo consiguieron. Antonio Ledezma, Eduardo Fernández, Oswaldo Álvarez Paz y Cecilia Sosa se quedaron en el aparato, decidieron echarse a un lado para darle paso a los más fuertes, y según ellos, servirle al país desde otro ámbito que promueva la unidad, el trabajo en equipo y el esfuerzo por un bien común: lograr un Presidente para todos los venezolanos.
Esperemos pues que los retirados puedan colaborar con eso, que metan sus manos en un conflicto “unitario” que pinta difícil para todos los venezolanos, porque mientras la unidad esté desunida la llama de la desconfianza en los políticos se avivará, caeremos nuevamente en lo mismo, nada ni nadie nos sacará del atolladero rojo en el que estamos metidos y probablemente estaremos.
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